martes, 21 de mayo de 2024

Camboya XV – Bayon I

El templo de Bayon se encuentra en el corazón de la antigua ciudad de Angkor Thom, que era a su vez el centro simbólico de la civilización jemer, a 1.5 kilómetros al norte y al sur de las puertas del nombre contrario.





No tiene foso ni muralla porque está protegido por la ciudad misma. En la actualidad, una carretera lo rodea.





Dedicado a Buda por el rey Jayavarman VII, su nombre original era “Jayagiri” que significa Montaña de la Victoria. No obstante, después de la ocupación francesa, el nombre se cambió a Bayon como consecuencia de una mala pronunciación de los trabajadores que lo restauraban al referirse al árbol baniano (Ficus benghalensis). Esta planta, muy común en el sureste asiático, es considerada sagrada por budistas e hindúes ya que se piensa que Buda alcanzó la iluminación bajo sus ramas.





Este templo está en la lista de los imprescindibles, entre los que hay que visitar, sí o sí. Los otros dos son Angkor War y Ta Prohm, pero ya sabéis que hay casi un millar y que cada uno tiene su encanto. Por supuesto, nosotros vimos todos los que pudimos.








Las caras, orientadas hacia todas direcciones en grupos de dos, tres, cuatro o más, es lo más llamativo de este templo, pero no podemos olvidarnos de los maravillosos bajorrelieves que combinan escenas históricas, mitológicas y de la vida diaria. Encontramos en ellos 11.000 figuras nada menos. Os muestro tres fotos, porque mi intención es dedicarles otra entrada.





Yo iba buscando uno en particular por haberlo visto en un documental, pero pensaba que estaba en el templo de Angkor Wat y me lo perdí, así que no me queda más remedio que volver a Camboya para subsanar el error. ¡Tonto de mí!





El templo es compacto, pero lleva tiempo visitarlo porque es mucho lo que hay que ver. Habitaciones y pasillos, junto con alguna escalera aislada, forman un intrincado laberinto en el que es un gusto perderse. Debemos visitarlo a primera o a última hora del día si queremos evitar las multitudes, pero es entonces cuando los rayos del sol evitan iluminarlo.





Su arquitectura es distinta de la de Angkor Wat, construido un siglo antes, y ha sufrido numerosas modificaciones y adiciones a lo largo de la historia. Ni siquiera se ponen de acuerdo en cuántas torres formaban parte del complejo original. Pueden ser 49 o 54, una por cada provincia del imperio. En cualquier caso, hoy solo quedan 37.





Su construcción se inició a finales del siglo XII o principios del XIII como templo budista, aunque pasó por varias fases y cultos, convirtiéndose en un santuario hindú pocas décadas después de la muerte de Jayavarman VII.





Pero el mayor misterio consiste en saber a quién representan las aproximadamente 200 caras talladas en las torres (algunas están parcialmente destruidas, lo que dificulta la cuenta). En un principio, se pensó en Brahma, pero esta opción quedó descartada al no tratarse de un templo hindú. Algunos aducen que se trata del propio Jayavarman VII, mientras que otros creen que representan al Bodhisattva de la compasión conocido como Lokeshvara.





El santuario es un templo-montaña, que representa el Monte Meru, el centro del universo de la cosmología hindú y budista. Orientado hacia el este, cuatro calzadas nos llevan a sendas gopuras (entradas). Hay tres recintos, los dos primeros rodeados de galerías concéntricas, y un tercero central. La primera galería, la más exterior, mide unos impresionantes 140 por 160 metros. La segunda, 70 por 80.





Vayas donde vayas, esas caras inmensas (alguna mide más de dos metros) te observan. Las torres en sí mismas son santuarios en los que adorar numerosas divinidades. Eso nos dicen, al menos, pequeñas inscripciones grabadas en las jambas.








Como sucedió con muchos otros templos, la zona quedó abandonada, a merced de la naturaleza hasta 1910. En la década de los cuarenta, se usó la técnica de anastilosis para restaurarlo. Un equipo japonés es el encargado de preservarlo desde finales del siglo XX.








Cuatro pabellones en las esquinas y dos librerías completan un conjunto anárquico como pocos, consecuencia de los sucesivos cambios. Se cree que en el patio exterior había dieciséis edificios hoy desaparecidos salvo por sus cimientos de laterita.

4 comentarios:

  1. Se aprecia que es un templo suntuoso, para perderse horas y horas en él contemplando esos bajorrelieves tan detallistas y las diferentes esculturas que adornan el lugar. Y pensar que esa maravilla permaneció en el olvido hasta 1910...

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  2. Buafff que preciosidad, cuanto atesorarán esas rocas, esos templos, esas caras observando a la humanidad, olvidada o guardada, ya no sé si es mejor que sepa la humanidad de la existencia de tanto y tan sagrado o que permanezca en el sólo conocimiento de los respetuosos con tanta historia .Una maravilla de sitio, de entorno. Mi abrazotedecisivo.

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  3. ¡Que envidia sana me das Tawaki! Como me gustaria poder recorrerlo todo, de momento me conformo con tus foto e información.

    Un abrazo.

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  4. Una mirada, me ha llevado años juntar y resumir (en la medida de lo posible) toda la información, pues es un lugar inmenso con mucha historia detrás. Lo ideal sería visitarlo en varias ocasiones. Yo creo que el hecho de que haya estado "desaparecido" tanto tiempo le da un cierto aire misterioso.

    Sara, sin duda, los camboyanos agradecen todas las divisas que reciben graicas al turismo, pero entiendo tu punto de vista. Hay unos 900 templos en esta zona, y hay un poco e todo. Algunos han sido excavados y reconstruidos, pero otros siguen comidos por la vegetación. Da gusto visitarlos y sentirse como Indiana Jones.

    Conchi, ojalá puedas verlos in situ. Camboya no es un sitio caro y nuestro guía es tan bueno que aún sigo en contacto con él. Son ya muchas las entradas que he dedicado a este país, pero me sigue fascinando como el primer día.

    Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

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