El pequeño avión nos acababa de dejar en una de esas pistas de aterrizaje llenas de polvo que hay repartidas por toda África y el chófer me estaba esperando para llevarme al lodge. Enseguida estaría dando saltos, no de alegría, sino por los baches mientras descubría el paisaje de este bonito país. Una acacia destacaba entre la aridez reinante.
Estamos a finales de julio, en plena temporada seca y se nota. Con todo el 4x4 a mi disposición, íbamos parando de vez en cuando, bien para ver una familia de dic dics, uno de los antílopes más pequeños que existen o una cebra de Grevy.
En realidad, estos antílopes tan diminutos, de apenas 70 cm de envergadura, son llamados Madoqua, y de ellos hay cuatro especies diferentes con varias subespecies. Vulgarmente son conocidos como dic dics por el sonido que emiten cuando están asustados, pero su nombre científico es Madoqua kirkii. Espero haber acertado, porque unos y otros además de parecerse mucho, viven en zonas similares.
Habita en el este y suroeste de África y prefiere quedarse quieto, confiando en su magnífico camuflaje, mientras te vigila con sus desproporcionados ojos. El macho, algo menor a la hembra, es el único que tiene cuernos (de unos 7-8 cm). Su hocico termina en una corta trompa (Wikipedia).
A pesar de su reducido tamaño. Alcanzan velocidades nada desdeñables, superando los 40 km por hora. Algunas hembras han llegado a vivir 18 años en cautividad, pero en libertad no superan los 5-10 años. Pesan unos 7 kg.
Se adaptan muy bien a los ambientes áridos, ya que obtienen el agua que necesitan de las plantas que comen. De hábitos preferentemente nocturnos, aprovechan cualquier sombra para descansar durante el día.
Siguiendo con nuestro recorrido hacia el lodge, descubro en un árbol a una pareja de Steptopelia senegalensis (Laughing Dove en inglés y tórtola senegalesa en español).
Así es África, nada más aterrizar y sin deshacer el equipaje, ya estás viendo animales al lado mismo del camino.