jueves, 30 de julio de 2020

Canadá IX – Osos

Viajamos en el tiempo, a junio de 2001, y en el espacio, porque os llevo a Canadá. Íbamos huyendo de una lluvia persistente y de las nubes que estropeaban el paisaje de las Rocosas, y de esta forma llegamos a un parque que no teníamos previsto conocer, el de Wells Gray. Nos turnábamos para conducir y ese día iba yo al volante por una pista de tierra bastante ancha cuando tras una curva descubrí los que serían mis primeros osos en libertad, una madre con dos crías todavía muy pequeñas.


Han pasado muchos años, pero lo recuerdo como si fuera ayer. La madre comía las bayas que encontraba en la cuneta, sin prestarnos la más mínima atención, de modo que nos detuvimos y, sin bajarnos del coche, mi amigo le sacó esta foto. No tengo los metadatos, porque todavía tiraba con carrete, pero seguro que tuvo que usar el 28mm de lo cerca que estábamos.


Avanzamos unos metros, y con la seguridad de la distancia sí nos bajamos para sacar esta otra foto de los animales cruzando la pista.


Fue una experiencia inolvidable, algo que ni siquiera habíamos soñado ver.

miércoles, 1 de julio de 2020

Botsuana IX - Paseo por el rio Chobe II

En una entrada anterior os mostré parte de la riqueza de este entorno natural del norte de Botsuana. Os decía entonces que, por culpa del inicio de las lluvias, apenas vimos elefantes, una especie que abunda en este parque, y es que, al haber más agua, los paquidermos prefieren buscarla en zonas donde tengan también más alimento.


Estamos pues, en una barca, recorriendo el río Chobe, que da nombre al Parque Nacional. Es por la tarde, pero las nubes nos escamotearán la puesta de sol, porque noviembre es un poco tarde para ir a esta parte del país si lo que uno busca son cielos limpios.


El paisaje es precioso, con un curso de agua muy ancho en el que hay varios islotes que facilitan la vida a los herbívoros que se atreven a cruzar un río infestado de cocodrilos. El premio es hierba fresca en abundancia, en un paraje sin elevaciones en el que es fácil descubrir a los depredadores.

Nosotros solo tenemos que preocuparnos de no chocar contra alguno de los numerosos hipopótamos. Son animales irascibles que defienden su territorio, y, por su enorme tamaño, mejor hacemos en verlos desde una distancia prudencial. Sus lomos asoman por encima del agua, pero a veces están sumergidos y pueden sorprendernos.


Los hay que abren bien las fauces y nos muestran sus largos dientes.



No tardamos en encontrar un pequeño grupo de elefantes que sale de la selva y se adentra en el río.





Para ellos, el agua es una bendición y aprovechan para divertirse de lo lindo, ignorando a esa barquita insignificante desde la que un par de turistas les hacen fotos sin parar.







El río es ancho, y refleja las nubes en los escasos momentos en los que asoma el sol.



Rayos que aprovechan los cocodrilos para calentarse, pero son tan tímidos que se echan al agua en cuanto nos acercamos.




Unos rayos iluminan brevemente a varios hipopótamos que aprovechan la bajada de la temperatura para alimentarse. Pronto llegará la noche y saldrán todos del agua para recorrer varios kilómetros, pero para entonces ya nos habremos ido.






Ya de regreso, nos cruzamos con algunas embarcaciones más grandes, que hacen las veces de hoteles flotantes. Vemos también algunas cabañas mientras el sol va bajando en busca del horizonte.




El terreno es plano, y el agua del río se confunde a veces con un cielo en el que abundan las nubes.




En la orilla, una garza real (Ardea cinérea) busca la última captura del día.



A nosotros solo nos queda llegar a la orilla, atracar y subir al todoterreno que nos llevará de vuelta al lodge.



Es un día más en esta aventura que es un safari, una jornada más, llena de nuevas experiencias difíciles de olvidar.