lunes, 19 de junio de 2023

Kenia X – Los cruces del río Mara

Cualquiera que vea los documentales de naturaleza africana está familiarizado con esas manadas de herbívoros que se lanzan a las aguas de un río infestado de cocodrilos.









Pues bien, ese río es el Mara y no estaba muy lejos del lodge en el que me alojaba, así que fuimos un par de días a observar el espectáculo, que en ningún modo es como nos lo presentan en la tele. Para empezar, los animales no cruzan todos a la vez ni en el mismo sitio, sino que lo hacen en oleadas, allá donde los turistas les dejamos, porque el espectáculo era un poco dantesco. En la orilla keniata no había tanta masificación, pero en Tanzania apenas había espacio para que los animales cruzaran entre tanto todoterreno. Espero que las autoridades pongan un poco de orden, porque está muy bien generar ingresos para el país, pero al mismo tiempo hay que proteger la fauna que te da de comer.




La gran migración se produce cuando las manadas de grandes herbívoros – más de un millón de ñus, acompañados de cebras, topis, y gacelas entre otros – cruza desde el Serengueti tanzano hacia el Masai Mara keniata en busca de pastos más verdes. Depende de las lluvias, pero generalmente sucede entre julio y agosto, mientras que en otoño, los animales vuelven a Tanzania en un recorrido circular que no termina nunca y que les lleva a recorrer unos 3.000 km al año. Os dejo aquí un enlace que lo explica muy bien.






Verlo como en la tele es imposible. Los profesionales están allí más tiempo y disponen de mejores medios, pero sí podemos hacernos una idea de cómo es este éxodo tan particular. Para ello importa, y mucho, la experiencia de guías y conductores, así como que estos estén coordinados con quienes están a la orilla del río, para elegir bien los puntos de cruce. Como siempre sucede cuando de animales salvajes se trata, también hay que tener suerte.






En 2018, que es cuando estuve, la migración iba con retraso, y sin embargo, los cocodrilos estaban ya ahítos. En el río flotaban los cadáveres sin que, ante tanta abundancia, nadie se preocupara por ellos. Sí vimos algún cocodrilo tomando el sol, pero demasiado lejos como para apreciarlo bien.




Los animales se van congregando hasta que bajan a la orilla, donde por lo general se detienen. A veces no lo ven muy claro y vuelven a subir, porque lo cierto es que cruzar es muy peligroso, no solo por los cocodrilos, sino por la fuerza de la corriente.







Cuando el primero de ellos se decide y se echa al agua, el resto le sigue en una fila interminable de animales desesperados por alcanzar la relativa seguridad de la otra orilla.




Muchos no superarán la prueba, y terminarán en las fauces de los grandes carnívoros, pero la vida sigue para los que logran alcanzar los ansiados pastos verdes.