Hace mucho que no nos damos una vuelta por Bretaña,
así que hoy os traigo un par de lugares de los que visitamos allá en el 2012.
Ya sabéis que es esta una región francesa bien conocida por sus lluvias, pero
también por la sidra, crêpes y galettes.
Si hay algo que abunda son los monumentos megalíticos, como este magnífico
menhir de Champ Dolent.
Por desgracia, no hay mucha información disponible en
la Red, pero la Wikipedia siempre está ahí para echarnos una mano con algunos
datos: Es uno de los menhires más importantes de Bretaña, está registrado desde
1889 como Monumento Histórico y se encuentra a unos dos kilómetros de la comuna
francesa de Dol-de-Bretagne.
La piedra proviene del filón granítico de Bonnemain, a
unos cinco km al sur y mide unos 9,5 metros de altura y 8,7 de circunferencia, estimándose su peso en unas 150
toneladas. En esta foto podéis comparar su tamaño con un banco.
Siempre me han fascinado este tipo de monumentos,
aparentemente simples, pero que esconden toda una historia detrás. Lo más
seguro es que nunca averigüemos quién ni por qué decidió erigirlo, pero
probablemente eso sea parte del encanto.
Desde allí nos acercamos a la Pointe de Grouin, entre
Cancale y Saint-Malo.
El cielo lo mismo presenta nubes negras que trozos azules, pero el día no termina de despejarse. En realidad vimos muy poco el sol durante
toda nuestra estancia en Bretaña. Por toda la costa aparecen pequeños puertos,
ya sean pesqueros o recreativos.
Y el paisaje es agreste, con un mar que bate con fuerza
a pesar de que aquél día no había demasiado viento.
Un camino recorre la costa y nos lleva hasta el cabo,
donde la tierra termina de forma abrupta.
Todos estos recorridos junto a la costa nos gustaron
mucho. Las vistas son espectaculares y son una buena forma de conocer la
región.