Veníamos de ver la charca de los hipopótamos, de la que ya os he hablado aquí, y después de almorzar un bocadillo con una Cola Cola compartida con las avispas (lo recuerdo como si fuera ayer) nos fuimos a un lugar especial, al menos para mí: la garganta de Olduvai.
Estamos en África, pero hoy no hay fotos de animales y esta entrada quizás os diga poco a los quienes no estéis interesados en nuestros orígenes. El gran Valle del Rift es una enorme cicatriz en la Tierra causada por los movimientos tectónicos y la erosión, movimientos que han dejado al descubierto sedimentos de hace dos millones de años (podéis tirar de calendario…).
El valle, que recorre nada más y nada menos que 2.900 km, es solo una parte de una inmensa grieta que terminará por dividir África en dos. Su importancia – y el motivo de nuestra visita – radica en la cantidad de restos de homínidos encontrados aquí.
El nombre Olduvai proviene de Oldupai, el nombre local de una planta muy abundante en la zona. Parece ser que los arqueólogos alemanes transcribieron mal el nombre. Fue aquí donde estuvo trabajando el matrimonio Louis y Mary Leakey, en los años 50. Ellos son los más conocidos, pero sigue habiendo arqueólogos en el lugar, algunos de ellos, españoles.
Muy cerca de donde tomé estas fotos hay un museo (Wikipedia, pero en inglés) muy pequeño, falto de medios, pero curioso y bien puesto, donde uno de los lugareños nos dio una explicación de la historia de la humanidad que ya quisiera apropiarse algún catedrático.
No hice fotos dentro del museo (imagino que por no estar permitidas) pero sí de los carteles. No os las pongo porque están en inglés y porque se puede encontrar bastante información en Internet. De hecho, la mayor parte de lo que os cuento está sacado de la Wikipedia.
El museo fue fundado por Mary Leakey a finales de los 70, con la intención de acercar al gran público los fósiles de Laetoli, aunque las huellas que se exhiben son una copia. Estas huellas corresponden a tres homínidos y quedaron preservadas en cenizas volcánicas hace 3,6 millones de años. Ellas demuestran que ya entonces, nuestros ancestros eran bípedos, de ahí su importancia.
Aproximadamente un millón y medio de años separan ese rastro de la industria lítica encontrada en la garganta de Olduvai. Y es que nuestra historia es muy larga, al menos desde el punto de vista de nuestra especie.
Creo que me ha quedado una entrada algo confusa. No sé, quizás intento contar demasiadas cosas en muy pocas líneas. Las quejas se atenderán, con gusto, el próximo 30 de febrero.