sábado, 30 de enero de 2021

Australia XI - Carisbrook Falls y Kennet River Coastal Reserve

Nos despertamos llenos de ilusión, sabiendo que esa mañana dispondríamos de buenas oportunidades para ver nuestros primeros koalas salvajes. Pero antes nos desviamos para ver, aunque fuera de lejos, la cascada Carisbrook. Es complicado acercarse más, pero hay un mirador ascendiendo por un sendero, a escasos metros del aparcamiento que hay junto a la Great Ocean Road.





La reserva costera de Kennet River es famosa no solo por sus koalas residentes, sino también por los papagayos australianos (Alisterus scapularis) y sus cotorras. No hace falta buscarlos, son ellos los que te encuentran a ti porque están acostumbrados a los humanos.





Una tienda cercana vende semillas con los que alimentarlos, una práctica que desapruebo por completo, y que no pillará por sorpresa a los que me conocéis. Como la gente no piensa, como la gente es egoísta, lo diré una vez más sin que sea la última: alimentar a los animales salvajes está mal. Les hace dependientes de los humanos, les inhabilita para llevar una vida normal y ayuda a que se extingan. Los animales no necesitan de nuestra falsa e interesada ayuda. Les basta con que les dejemos vivir en paz en su ecosistema.





Allí, en la entrada misma del aparcamiento, en un árbol de ramas no muy altas, se concentraban unos cuantos de ellos. Con sus colores llamativos, con sus gritos y saltos se posaban sobre uno sin ningún miedo. Lo siento chicos, Tawaki no os va a dar nada.





Caminábamos por un camping atestado de caravanas y tiendas de campaña en busca de los koalas hasta dar con el primero de ellos. Estaba tan cerca que de haber extendido la mano habría podido tocarlo, cosa que por supuesto no hice.





Me contenté, pues, con fotografiarlo a placer mientras el bicho ascendía por el tronco. Los koalas duermen muchas horas al día, así que verlos en movimiento es cuestión de suerte.




Poco después fuimos viendo más ejemplares. A base de paciencia, porque no siempre es fácil distinguirlos, los fuimos fotografiando mientras descansaban en las ramas de los árboles.




Ya de camino al coche dimos preferencia de paso a esta familia que, sin duda, se dirigía al agua sin prestarnos atención.




Esta reserva permite a los turistas observar a los animales muy de cerca, pero requiere que seamos cuidadosos y responsables. Hay quejas de la población local sobre el comportamiento de algunos visitantes, algo que, mucho me temo, irán en aumento, porque está claro que el respeto se valora cada vez menos.

miércoles, 20 de enero de 2021

Vietnam XIV - Hue I – Ciudadela

Pensé en dividir la entrada, porque es muy larga, pero esta vez se queda así. Tomaroslo con calma. De hecho, es tan densa, que todo está mezclado y el orden de las fotos no coincide con el texto, pero es que harían falta infinidad de entradas para mostraros este lugar como es debido.



Huế es una ciudad situada en el centro de Vietnam, en la provincia de Thừa Thiên-Huế, junto al río Perfume. Tiene aproximadamente 287.000 habitantes y fue la capital del país asiático hasta 1945.





Además, cuenta con un conjunto arquitectónico excepcional, Patrimonio de la Humanidad desde 1993.





Fue fundada como capital de los señores de Nguyễn, una dinastía feudal que dominó gran parte del sur de Vietnam desde el siglo XVIII hasta el XIX. Fueron ellos los que trasladaron la capital de Hanoi a Hue, en un intento de unificar el país.




En 1885, los franceses, respondiendo a un ataque vietnamita, asaltaron la ciudadela, quemaron la biblioteca y destruyeron los objetos de valor.



Habíamos elegido visitar la mitad norte de Vietnam precisamente para evitar las lluvias, pero en estos últimos días de viaje nos habíamos ido acercando al centro del país y pudimos apreciar que caen con fuerza, especialmente en el último cuatrimestre del año, lo que no deja de ser incómodo para el turista.




Construida entre 1804 y 1833, la ciudadela (Kinh Than) sigue siendo el corazón de Hue y estaba dividida en sectores. La ciudad imperial, el lugar desde el que gobernaba el emperador, es un amplio recinto amurallado que se inscribe en la ciudadela. La Ciudad Púrpura Prohibida era el epicentro de la vida del emperador, pero hay infinidad de templos, residencias y jardines repartidos por todo el recinto.




Se orienta de cara al río Huong (río Perfume en español) y consta de un par de murallas y fosos que rodean multitud de palacios, jardines y pabellones. Esas murallas, de seis metros de alto, recorren unos dos kilómetros y medio. Por otro lado, hay estanques por todas partes.





Los pabellones se han convertido en museos, exhibiendo mobiliario, fotos antiguas, palanquines, etc., así que más vale que reservéis bastante tiempo para verlo con calma. Fuera, el incienso siempre está presente.








A pesar de ser la capital, el protectorado francés le otorgó un valor simbólico hasta que la declaración de independencia en 1945 echó a los Nguyễn y cambió por completo el país.




Cayó entonces en un estado de absoluto abandono, convirtiéndose en un paraíso para las termitas, pero sufrió daños aún peores cuando el Viet Cong atacó la ciudad en 1968, durante la ofensiva del Tet. Controlaron la ciudadela durante tres semanas y media, tiempo que aprovecharon para fusilar sumariamente, golpear hasta la muerte y enterrar vivos a 2.500 personas, entre las que se encontraban trabajadores del gobierno, soldados, monjes, sacerdotes e intelectuales.



Los estadounidenses, dado el carácter histórico y religioso de la ciudad, decidieron no bombardearla en un principio, pero el aumento de las víctimas y la virulencia de la lucha motivaron un cambio de estrategia, por lo que hicieron que al final solo sobrevivieron diez edificios de los ciento sesenta que había. Arrasaron la ciudad, derribaron la ciudadela e incluso usaron napalm en el palacio imperial, matando a unos 10.000 civiles.



Poco a poco, los van reconstruyendo, y atravesamos así puertas y más puertas, cruzando infinidad de patios, admirando los palacios con la esperanza de que recuperen su antiguo esplendor.




Seguimos atravesando patios bajo la lluvia, refugiándonos en los edificios que vamos encontrando gracias a nuestro guía, porque se echa en falta un buen plano que nos oriente.





Ni planos ni libros; ya me habría gustado comprar unos cuantos para aprender más sobre la historia del lugar, pero sospecho que no están ni escritos. En cambio, nos encontramos un magnífico teatro cuando menos lo esperábamos.




Son muy pocos los lugares en los que no dejan hacer fotos y como es temporada de lluvias no hay demasiados turistas. Eso sí, los caracoles, que son enormes, están encantados.



Fuentes: Wikipedia, Lonely Planet y elaboración propia.