Habíamos aterrizado en Islandia el día anterior y todavía nos movíamos con la inexperiencia propia de los comienzos, pero tras la visita a Thigvellir nos sentíamos con más confianza bajo un cielo inesperadamente azul.
Nuestra siguiente parada, dentro de lo que se conoce como el Círculo Dorado, sería el área geotermal de Geysir, un infierno que en realidad tiene toques paradisíacos. El agua puede alcanzar los cien grados y el lodo estalla en burbujas mientras los géiseres alivian el vapor acumulado en el interior de la tierra.
De hecho, la palabra géiser proviene de aquí, de un chorro de agua que ahora dormita silencioso después de que muchos turistas intentaran resucitarlo a base de echar piedras dentro hasta taponarlo. Una prueba más de la estupidez humana.
Lo primero es averiguar la dirección del viento, ya que el nervioso Strokkur – el más activo de todos – puede lanzar el agua hasta treinta metros de altura, aunque normalmente no supera los diez, y no es cuestión de salir escaldado. Mejor nos quedamos en el lado seguro del cordón.
Si te has perdido la erupción solo tienes que esperar diez o doce minutos, pero su reloj anda algo estropeado y adelanta y atrasa a su antojo, así que te vas a cansar de sostener la cámara y el chorro te va a pillar fuera del encuadre. Es todo un reto que uno se toma con agrado.
Se cree que esta zona, sita en realidad en el valle Haukadalur abarca unos 3 km cuadrados. Inició su actividad hace más de un milenio y cuenta con una docena de géiseres activos de diferentes tamaños. Investigaciones realizadas en el siglo XIX dieron como resultado que la columna de agua podía llegar hasta unos sorprendentes 170 metros de altura.
El paisaje es espectacular, con piscinas naturales de agua bien caliente y colores vibrantes que llaman la atención. Se puede caminar tanto como uno quiera sin pagar entrada y está al lado de la carretera principal.
El sitio se presta a caminar y explorarlo, especialmente en un día soleado de verano como el que nos ha tocado.
Hace tiempo que aprendí que en los viajes no se puede abarcar todo, que hay que disfrutar de lo que se pueda sin lamentarse por lo que dejas atrás sin conocer, pero lo cierto es que en ese sentido Islandia es frustrante. Saber que puedes caminar por aquí durante un día entero y tener que marchar en un par de horas… Deshicimos el camino y volvimos a quedarnos enganchados en el géiser más activo. El agua brota con tanta fuerza que se vacía, aunque enseguida vuelve a llenarse.
Os dejo una última secuencia.
Parte de la información que complementa mis fotos y mis recuerdos la he sacado de esta página: https://www.icelandtravel.is/attractions/geysir/