domingo, 11 de diciembre de 2022

Nueva York - Los tapices de La caza del unicornio

Fuente: Wikipedia (fusilado sin piedad en muchos párrafos)



Dentro del museo The Cloisters, en Nueva York, podemos disfrutar de esta serie de siete tapices realizados entre 1495 y 1505.Muestran a un grupo de nobles y cazadores persiguiendo a un unicornio que tras ser capturado es llevado a la corte de su señor y su dama.Se cree que los tapices se confeccionaron en los Países Bajos, aunque también es posible que al menos se diseñaran en París.








Fueron tejidos con lana, hilo metálico y seda. Los colores vibrantes, aún evidentes hoy en día, se produjeron con plantas tintoreras: gualda (amarillo), rubia (rojo), y glasto (azul).




Documentados por vez primera en París en el año 1680 en la casa de la familia Rochefoucauld, los tapices fueron saqueados durante la Revolución francesa, cuando fueron confiscados como bienes nacionales y utilizados para recubrir patatas, un período en el que aparentemente sufrieron daño. Algunos ya sabemos las desgracias que traen estas revoluciones, y parece que los tapices no escaparon a la estulticia de quienes se hicieron con el poder.





En los años 1850, redescubiertos en un granero, se colgaron en el Château de Verteuil. Desde entonces han sido objeto de un intenso debate académico sobre el significado de su iconografía, la identidad de los artistas que los diseñaron, y la secuencia en la que se pretendía ser colgados. Las variaciones en tamaño, estilo y composición sugieren que proceden de más de un conjunto, unidos por el tema, procedencia y el misterioso monograma AE que aparece en cada uno de ellos. Uno de los paneles, «La captura mística del unicornio», sobrevive en solo dos fragmentos.



Parece probable que fueran un encargo de la reina de Francia Ana de Bretaña para conmemorar su tercer matrimonio, en 1499, con Luis XII, rey de Francia, pero también pudieron haberse tejido para François, el hijo de Jean II de La Rochefoucauld y Marguerite de Barbezieux.




En 1922 el magnate del petróleo estadounidense John D. Rockefeller Jr. los compró en Francia por alrededor de un millón de dólares. Seis de los tapices colgaban en su casa hasta que se construyeron The Cloisters y en 1938 los donó al Museo Metropolitano de Arte, asegurando al mismo tiempo para la colección los dos fragmentos que había conservado la familia La Rochefauld. Sin embargo, no sería hasta 1998 que fueron limpiados y restaurados.





Las dos principales interpretaciones giran en torno al simbolismo pagano y cristiano. La interpretación pagana se centra en la tradición popular medieval de amantes burlados, mientras que los escritores cristianos interpretan el unicornio y su muerte como la Pasión de Cristo.Los mitos originales alrededor de La caza del unicornio se refieren a una bestia con un cuerno que solo puede ser domado por una virgen; posteriormente, los eruditos cristianos tradujeron esto a una alegoría para la relación de Cristo con la Virgen María.




Sea cual sea su origen y su propósito, os recomiendo que os deis una vuelta por el museo para echarles un vistazo. Algunos agradecemos que dejaran de cubrir patatas.

viernes, 25 de noviembre de 2022

Tanzania XIII – Olduvai

Veníamos de ver la charca de los hipopótamos, de la que ya os he hablado aquí, y después de almorzar un bocadillo con una Cola Cola compartida con las avispas (lo recuerdo como si fuera ayer) nos fuimos a un lugar especial, al menos para mí: la garganta de Olduvai.



Estamos en África, pero hoy no hay fotos de animales y esta entrada quizás os diga poco a los quienes no estéis interesados en nuestros orígenes. El gran Valle del Rift es una enorme cicatriz en la Tierra causada por los movimientos tectónicos y la erosión, movimientos que han dejado al descubierto sedimentos de hace dos millones de años (podéis tirar de calendario…).

El valle, que recorre nada más y nada menos que 2.900 km, es solo una parte de una inmensa grieta que terminará por dividir África en dos. Su importancia – y el motivo de nuestra visita – radica en la cantidad de restos de homínidos encontrados aquí.




El nombre Olduvai proviene de Oldupai, el nombre local de una planta muy abundante en la zona. Parece ser que los arqueólogos alemanes transcribieron mal el nombre. Fue aquí donde estuvo trabajando el matrimonio Louis y Mary Leakey, en los años 50. Ellos son los más conocidos, pero sigue habiendo arqueólogos en el lugar, algunos de ellos, españoles.

Muy cerca de donde tomé estas fotos hay un museo (Wikipedia, pero en inglés) muy pequeño, falto de medios, pero curioso y bien puesto, donde uno de los lugareños nos dio una explicación de la historia de la humanidad que ya quisiera apropiarse algún catedrático.



No hice fotos dentro del museo (imagino que por no estar permitidas) pero sí de los carteles. No os las pongo porque están en inglés y porque se puede encontrar bastante información en Internet. De hecho, la mayor parte de lo que os cuento está sacado de la Wikipedia.

El museo fue fundado por Mary Leakey a finales de los 70, con la intención de acercar al gran público los fósiles de Laetoli, aunque las huellas que se exhiben son una copia. Estas huellas corresponden a tres homínidos y quedaron preservadas en cenizas volcánicas hace 3,6 millones de años. Ellas demuestran que ya entonces, nuestros ancestros eran bípedos, de ahí su importancia.

Aproximadamente un millón y medio de años separan ese rastro de la industria lítica encontrada en la garganta de Olduvai. Y es que nuestra historia es muy larga, al menos desde el punto de vista de nuestra especie.


Creo que me ha quedado una entrada algo confusa. No sé, quizás intento contar demasiadas cosas en muy pocas líneas. Las quejas se atenderán, con gusto, el próximo 30 de febrero.

sábado, 12 de noviembre de 2022

India XXIV – Udaipur – Hotel Taj Palace

No es este un blog en el que se hagan recomendaciones de hoteles o restaurantes, porque su intención es otra: mostrar los lugares que he visitado, mis fotos y acompañarlas de algún comentario personal con la esperanza de que alguno se levante del sofá, pille una maleta y recorra el mundo tan maravilloso en el que vivimos.



Pero hoy haré una excepción, la segunda, creo, y os hablaré del hotel Taj Lake Palace de la ciudad de Udaipur, no tanto por el establecimiento en sí, sino porque está en un edificio emblemático que merece mucho la pena.



Habíamos llegado a Udaipur en coche desde Johdpur, como parte de nuestro itinerario por el Rajastán y nos quedamos allí dos noches con la intención de descubrir una ciudad espléndida, pero para disfrutar también de este magnífico hotel.





Se dice que el joven príncipe Maharana Jagat Singh le pidió a su padre, Maharana Sangram Singh II, residir en el palacio de Jagmandir, permiso que le sería denegado. A cambio, su padre le preguntó por qué no se construía su propio palacio-isla si tanto le gustaba vivir en la zona. El hijo le tomó la palabra, edificando entre 1743 y 1746 el complejo que podemos ver hoy día completamente restaurado en medio del lago artificial Pichola. Lo llamó Jag Niwas.



Llegamos a tiempo para dar una vuelta por el hotel y contemplar la puesta de sol mientras la ciudad de Udaipur resplandecía al este, bañada por una preciosa luz crepuscular.









Se respiraba mucha tranquilidad porque todos los que allí se alojaban buscaban lo mismo que nosotros, un lugar bonito en el que relajarse.







A la mañana siguiente nos sirvieron el desayuno en el patio principal de este palacio de verano. Cada rincón, sus fuentes y jardines habían sido diseñados para soportar el calor, con paredes blancas, con sus mármoles níveos y el adorno de piedras semipreciosas y nichos donde ahora crecen plantas.






Puede que a alguno le resulte familiar, ya que aquí se rodaron las películas El tigre de Esnapur (1959) y Octopussy, de James Bond (1983). Antes, en 1857, había servido como refugio a varias familias europeas durante el motín Sepoy. Parece ser que con el ánimo de protegerlos, el Maharana Swaroop Singh ordenó destruir todas las embarcaciones de la ciudad para evitar que los rebeldes pudieran arribar a la isla.







Durante el mandato del Maharana Sir Bhopal Singh (1930-1955) un nuevo pabellón fue añadido, pero eso no evitó el progresivo deterioro del palacio. A finales de la década de los cincuenta, el lugar ya estaba desierto, habitado tan solo por nubes de mosquitos. Fue entonces cuando comenzó su transformación en hotel de lujo, uno de los mejores del mundo, según la opinión de muchos. La cadena Taj comenzó a gestionarlo en 1971 y en el año 2000 se llevó a cabo una segunda restauración.




Una barca nos llevó a la ciudad para visitar sus calles, templos y palacios, pero eso lo dejaremos para otras entradas, porque nos espera un paseo vespertino por el lago, una actividad que os recomiendo encarecidamente. También en otra entrada, dedicada al lago en sí os mostraré más fotos.






Si en otros lugares de la India las nubes nos habían hurtado la puesta de sol, aquí se mostraron generosas, regalándonos un atardecer espectacular.






Han pasado ya más de diez años desde nuestra visita. No puedo creerlo.