martes, 11 de junio de 2019

Botsuana VIII – Paseo por el rio Chobe I

El río Chobe, que nace en las tierras altas de Angola, es famoso por la gran cantidad de elefantes que pueden verse allí, pero las recientes lluvias habían hecho que casi todos los paquidermos se marcharan a otras zonas. Alguno vimos, pero os los mostraré en una segunda entrada.

Habíamos salido del lodge con la intención de dar un paseo en bote por el famoso río, recorriendo antes una pista de tierra desde la que podíamos observar no solo el curso de agua, con sus numerosos islotes, sino parte de la fauna que habita en este parque. Un antílope acuático (Kobus ellipsiprymnus) se oculta entre la vegetación mientras un águila volatinera (Terathopius ecaudatus) nos observa desde un árbol.





Pronto llegamos al embarcadero, donde, al ser temporada baja, disponemos de una barca para nosotros solos. Su escaso calado favorece que podamos acercarnos más a los animales, que son muchos y variados.


El patrón, que también ejerce de guía, sabe muy bien dónde encontrar la fauna, como los cocodrilos, que lo mismo descansan en la orilla, como se echan al agua cuando nos acercamos. Son grandes, y podemos verlos desde muy cerca.





O este lagarto monitor, que caminaba como si llegase tarde a algún sitio.


Abundan las aves. No en vano, el Parque Nacional de Chobe es un lugar excepcional para avistar algunas de las 450 especies que viven allí. Os muestro una gran garza blanca (Ardea alba), un águila calva (Haliaeetus leucocephalus) de las muchas que vimos, y una garcilla cangrejera ((Ardeola ralloides), que camina junto a un hipopótamo.




También, una jacana africana (Actophilornis africanus), una avefría palustre (Vanellus crassirostris) y un pato aguja africano (Anhinga rufa), con ese cuello tan largo que parece una serpiente.




Los gansos del Nilo (Alopochen aegyptiacus) siempre los he visto en pareja, mientras que el tántalo africano (Mycteria ibis) prefiere la soledad.



Pensaréis que soy un experto en aves, pero nada más lejos de la realidad. No tengo ni idea y apenas distingo unas pocas; una ardua labor de investigación me ha permitido traeros sus nombres, entre los que he incluido el científico para mayor claridad. Si veis algún error, me lo decís, por favor. 

Cruzar el río es peligroso, pero la vegetación que crece en los islotes es demasiado tentadora para los herbívoros. De esta forma, vimos más antílopes acuáticos y bastantes hipopótamos.



Los primeros van a lo suyo y no representan ningún problema, pero con los segundos hay que tener especial cuidado. Algunos descansaban en el río, mientras que otros negociaban como podían la vuelta al agua, salpicando sin contemplaciones.





Un poco más allá se encontraban los búfalos cafre, otra especie con la que conviene ser precavido. La barca nos ofrecía un punto de observación privilegiado, ya que, gracias a su escaso calado, podíamos acercarnos mucho sin correr peligro. Tanto la mirada de los animales como su expresión corporal, nos indicaban, sin embargo, que no éramos bienvenidos, pero poco o nada podían hacer al estar ellos en tierra y nosotros en el río.





Todavía me quedan fotos que mostrar de esta excursión, pero las dejo para una próxima entrada que publicaré Dios sabe cuándo, siguiendo el desorden habitual en este blog.