martes, 30 de marzo de 2021

Chile XX - Estancias y Los Baguales

Como ya sabéis los habituales, en noviembre de 2013 pasamos varios días en el Parque Nacional chileno de Torres del Paine. Hicimos todo tipo de excursiones, caminamos y recorrimos parte del parque en todoterreno, tuvimos sol, poco, lluvia y muchas nubes. Una de las tardes la dedicamos a una actividad diferente: visitamos una estancia ganadera, donde nos explicaron cómo se esquilan a las ovejas, animales que encontrábamos cada dos por tres junto a las pistas de tierra.





Unos caminos que atraviesan como pueden un paisaje agreste como pocos, donde el viento se lleva los árboles y las montañas semejan barreras infranqueables.





La fauna está lejos y hacer fotos desde un coche en marcha nunca es fácil.




Las pistas discurren junto a ríos desbocados mientras en el horizonte se recortan cimas más altas con nieves perpetuas.







En medio de la nada se alza un edificio de aspecto algo precario. Es una de las estancias y lo visitamos por dentro. Parece confortable, pero imagino que la vida aquí debe ser cualquier cosa menos fácil.






Dentro de la casa hay un poco de todo, huesos fosilizados de dinosaurios, boleadoras y fósiles diversos, de cuando estas tierras estaban sumergidas. Es una colección curiosa.





Fuera de la casa encontramos un potro que, desconfiado, nos da la espalda. Mala cosa, nunca hay que pasar por detrás de un equino, pero enseguida se hace amigo nuestro, porque está solo, aburrido y necesitado de compañía. Cuando subimos al todoterreno trota a nuestro lado, aceleramos para dejarlo atrás y galopa tan cerca del vehículo que nos da miedo que pueda hacerse daño. Corre más rápido de lo que esperábamos. Nos detenemos y el animal parece comprender que nuestros caminos han de separarse por mucho que deseáramos llevárnoslo a casa. Es un momento triste.



Continuamos recorriendo esta zona, admirando un paisaje precioso y espectacular, bajo un cielo que lo mismo se nubla que deja salir el sol. Es inevitable sentirse pequeño ante tanta inmensidad. Este es, sin duda uno de esos muchos fines del mundo que hay repartidos por nuestro planeta.








Llegamos a un cortado en el que anidan los cóndores. Es fácil descubrirlos por las manchas blancas de sus deposiciones, pero están demasiado lejos como para hacerles una foto decente con mi 300 mm.







La forma de las montañas sigue fascinándome. Parecen hechas por el hombre, en vez de por la Naturaleza.






Desde el todoterreno, sin detenernos, vemos un grupo de caballos salvajes. Huidos de las estancias, corren ahora en libertad.






Pero vamos mal de tiempo, y por desgracia toca volver.



Eso sí, de camino al hotel tenemos estas vistas del macizo del parque de Torres del Paine.



Y al llegar al hotel es inevitable seguir haciendo fotos desde nuestra habitación, aprovechando el gran ventanal que cubre una de sus paredes. Da la sensación de estar fuera, pero con la comodidad de una buena calefacción.





La última foto es nocturna, y con ella cerramos esta estupenda excursión por la Patagonia chilena.

viernes, 19 de marzo de 2021

India – Fuerte Amber en Jaipur

Casi todos relacionamos este turístico fuerte con la ciudad india de Jaipur, pero lo cierto es que se encuentra en Amer, una pequeña localidad que dista unos 11 km de la capital de Rajastán. En 2013 fue declarado patrimonio de la humanidad por la UNESCO, junto a otros cinco fuertes de la región.





Su construcción fue iniciada por el maharajá Man Sigh I en 1592 sobre las ruinas de un templo al sol, del siglo XI, aunque las obras se extenderían otros 150 años, en tiempos de su hijo Jai Singh II y otros gobernantes, hasta que la capitalidad fue trasladada a Jaipur.  Su arquitectura combina elementos hindúes e islámicos, arenisca roja y mármol.





Tiene cuatro grandes patios, rodeados de palacios, jardines y estancias profusamente decoradas. Uno puede echar aquí horas y horas.








Como ya vimos en otros fuertes, mausoleos y palacios, hay cierto horror al vacío en lo que a decoración se refiere.





Se puede acceder de varias formas, pero la más famosa, al menos cuando estuvimos nosotros, era subir la cuesta en elefante, dos personas por animal además del conductor, que va sentado delante.




Lo hicimos, y además de resultar algo incómodo, he de decir que me arrepiento. En aquél entonces no era consciente de que estos enormes animales no están preparados para cargar peso sobre sus espaldas. También desconocía los posibles maltratos a los que parecen estar sometidos y las condiciones en las que viven.



Varios grupos ecologistas dieron la voz de alarma, y cada vez hay más turistas que reniegan del uso de los elefantes y suben en coche o en jeep. Poco a poco, las empresas van abandonando el uso de elefantes en favor de la opción motorizada, aunque también se puede subir caminando en unos veinte minutos.




El conjunto monumental es inmenso y no paramos de descubrir puertas, patios y jardines. Es complicado no perderse entre tanta profusión de estancias y pasillos.






Como no podía ser de otra manera, desde lo más alto tenemos vistas de los alrededores.





En realidad, lo que se conoce como fuerte Amber es un palacio, ya que el fuerte de verdad, enclavado en otra colina, es el Jaigarh Fort o fuerte de la Victoria. Ambos edificios están conectados por un pasadizo subterráneo que fue construido como vía de escape en caso de guerra además de por pasajes fortificados.





Un amigo me había recomendado ir por la tarde, y lo cierto es que la luz que incide sobre la piedra arenisca a esa hora del día es preciosa.





Desde lo alto podemos ver el paisaje circundante además del lago Maota.



Al ser un lugar tan turístico es de esperar encontrar mucha gente. No en vano es el fuerte más visitado de la India y una de las mayores atracciones de Jaipur. Fuentes: Wikipedia y elaboración propia.