martes, 11 de agosto de 2020

Vietnam XII – Hoy An III – Visita a un huerto

Si antes de embarcarme en estas vacaciones me llegan a decir que terminaría plantando berros en un huerto en Vietnam, me habría echado a reír. Seguimos teniendo buen tiempo y ese día visitamos una aldea cercana a la ciudad de Hoy An para aprender más sobre el estilo de vida de esta gente. En realidad, es una “turistada” más, de esas que tan poco me gustan, pero he de reconocer que al final me lo pasé bien.


En España, los conductores se protegen colocando un San Cristóbal o la Virgen de turno en el salpicadero del coche, pero aquí lo que se estila es un Buda; femenino, para más señas. Y con muchos brazos, no sea que tenga que echarte una mano.


En nuestro corto trayecto pasamos junto a campos de arroz, inundados a pesar de que aún no aparecieron las lluvias.



LLegamos hasta esta casa en la que vive una familia al completo. Abuelos con alzhéimer, padres y tíos que llevan el negocio, y niños que no quieren salir en las fotos pero que nos miran con curiosidad.



Antes de que nos demos cuenta nos han vestido de campesinos, sombrerito incluido. Un paseo por el huerto para apreciar frutas, verduras y hortalizas, y nos enseñan a cavar, plantar y regar.





Para sostener las regaderas y distribuir bien el agua se necesita algo de práctica y el vietnamita se echó unas buenas risas a nuestra costa.


De vuelta en la casa nos espera otra experiencia: cocinar nosotros mismos unas tortitas rellenas de cerdo y gambas, una mezcla curiosa pero que está muy buena. Me retan a que le dé la vuelta a la tortilla en el aire y milagrosamente sale bien, quizás por eso de que todos los tontos tenemos suerte. Aprobado el curso de cocina, nos sentamos a la mesa y disfrutamos de una comida en la que la verdura es la verdadera protagonista.



A estas alturas ya manejamos los palillos con estilo. No falta el arroz, y la comida está presentada con detalle. La combinación de hierbas aromáticas le da un sabor muy rico. Hierbabuena, menta, albahaca, lemongrass y solo Dios sabe cuántas cosas más. Delicioso, a pesar de que faltan las fotos de los rollitos, que fue lo que más aprecié.





La abuela no nos quitaba ojo y enseguida descubrí el porqué. Cuando nos dieron un dulce como postre, la señora se levantó y se llevó el mío igual que hubiera hecho un niño de pocos años. Para ella debía ser la cosa más natural del mundo, y no deja de provocar mucha ternura. Su hija se apresuró entonces a reemplazarlo y todos tan contentos.

11 comentarios:

  1. Admiro a las personas que sois capaces de adaptaros a cualquier comida, por exótica que sea.

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  2. Qué bonita experiencia! La disfruté porque a mi me encanta hacer todo eso. Hermosas fotos, imagino lo fresca que debe ser esa casa con las enredaderas subiendo hasta los techos. Una entrada preciosa. Gracias.

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  3. Hola, Javier
    Oye pues la comida tiene muy buena pinta, y lo del sombrero me has recordado mis tiempos de escuela al campo.
    Se ve que lo disfrutaste todo y eso es lo que importa.
    Saludos,

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  5. Una turistada bien aprovechada por los turistas, según leo y miro. Es positivo pasar de mero observador a protagonista de esos momentos. Es una vivencia más intensa, aunque haya sido convenientemente preparada y seguro que la comida, tras la implicación en algunas tareas, resultó mucho más deliciosa. Esas tortillas de cerdo y gambas, mm... La verdad es que la comida de las fotografías tiene un aspecto excelente; me la llevaría a la boca sin remolonear, jeje.

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  6. Bueno algo apredistes en el huerto Javier, se te ve bien con ese traje y colaborásteis a su producción. El menú se ve exquisito amigo.
    Buen martes. Cuídate.
    Un abrazo.

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  7. Senior Citizen, bueno, yo soy bastante prudente y no me valen todas las comidas, pero sí me gusta probar otros sabores.

    Rosa María, sí que es verdad que tenía un frescor poco habitual. La comida estaba bien rica y la vietnamita es una de mis favoritas. Lo pasamos estupendamente.

    Lola, me encanta esta comida asiática y está entre mis preferidas. es sabrosa y sana a la vez. Fue una bonita experiencia.

    Una mirada, soy poco amigo de las turistadas, pero en esta ocasión además de descubrir algo de la vida de estas gentes y de probar nuevos sabores pude echarles una mano económicamente hablando. La cocina vietnamita es muy rica y sabrosa, con ingredientes muy naturales.

    Laura M., para un día está bien, pero no me veo haciéndolo a diario. Demasiado trabajo, je,je. En cuanto a la comida, no sé por qué no hice fotos a los rollitos, que es lo más sabroso.

    Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

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  8. Qué bonita experiencia.
    Uno cuando viaja debe apreciar todo lo que le rodea, y mimetizarse con el lugar y su cultura vs costumbres. Será una turistada pero se consigue el propósito.
    Se te ve muy bien en la foto, ahora solo falta ver cómo se te daba eso de regar pues comentas que los propietarios se echaron unas cuantas risas a costa vuestra. jiji.
    Me alegra que hayas disfrutado tanto.
    Vietnam es el país del agua, nunca he estado, pero son de esos lugares que uno identifica con facilidad en la mente.
    Un beso.

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  9. Contadora de Libros, se hace lo que se puede para identificarse con los lugares, las gentes, etc. Es la mejor manera de disfrutar el viaje y de aprender. Las regaderas pesan más de lo que parece, y el agua sale a borbotones ;)) Agua no les falta, y pudimos comprobarlo cuando nos llovió en los últimos días. Beso.

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  10. Desde luego, la laboriosidad de esta gente con los medios mas rudimentarios para trabajar sus tierras les avala como grandes amantes de sus cultivos. Entiendo ese agradecimiento por sus frutos.
    Saludos.

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  11. Javier G. Y bien buenos que están esos frutos. Eso sí, después de echar horas y horas con el espinazo doblado.

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