Es, sin lugar a dudas, uno de los templos que más
llaman la atención, y los turistas acuden en tropel en cuanto abre sus puertas.
Se encuentra, además, a unos 30km de Angkor Wat, por lo que esa mañana, la
última que pasaríamos en esta zona antes de poner rumbo a Battambang el día
siguiente, prescindimos del tuk-tuk y nos subimos al todoterreno. Si pudiese
rebobinar, madrugaría más. Por todo ello, cuando por fin nos acercamos a la
entrada, éramos muchos lo que, cámara en mano, nos hacíamos un hueco para
admirar sus famosos relieves.
En la entrada nos recibe Indra, el dios de la lluvia y
del cielo, pero también de la dirección este. Era muy apreciado por los
jemeres, por lo que es habitual verlo representado en los templos. Bajo Indra
se encuentra Kal, el guardián mitológico de la puerta.
Caminamos por una calzada flanqueada por 32 pilares decorativos, igual que hacían los peregrinos cuando el templo estaba activo. A
los lados hay varias habitaciones alargadas que se utilizaban para adorar a los
dioses, para los cánticos rituales, los sacrificios y las ofrendas.
El templo en sí no es muy grande, pero está rodeado de
tres murallas, la última de las cuales se encuentra al otro lado de un foso
relativamente ancho. Está orientado hacia el este, mide unos 200 metros de
largo y fue dedicado al dios hindú Shiva.
Como os decía, un ancho foso rodea los edificios.
Atravesamos las sucesivas portadas hasta llegar al corazón del santuario, donde se eleva la torre más alta, con sus casi diez metros.
El templo se encuentra en un antiguo asentamiento
llamado Ishvarapur, cerca del río Siem Reap y una colina, la Phnom Dei. No muy
lejos quedan las montañas Kulen, de donde se extrajo la piedra arenisca roja
que le da ese aspecto tan característico. Los bloques fueron transportados bien
por carretera, bien por el río.
Este tipo de piedra es algo más dura, lo que permitió
labrar y esculpir numerosos detalles en los edificios. Si algo hay que destacar
de este templo es que todavía conserva muchos de ellos, a pesar del paso del
tiempo y de las intervenciones humanas.
En cambio, la piedra que se utilizó en los pabellones
de entrada, los muros y las bibliotecas, fue la laterita. Tuvimos mucha suerte
al contar con un día soleado, porque así se destaca más la combinación del
amarillo de la piedra con el azul del cielo.
Seis escaleras, guardadas por figuras humanas con
cabezas de animales, permiten el acceso a una plataforma en la parte central,
cuyo acceso está vedado al público. Parecen conservarse extraordinariamente
bien, pero es porque se trata de réplicas en su mayor parte, ya que los
originales fueron robados o se conservan en varios museos.
Hay tantos detalles (y tanta gente que esquivar) que
le damos más y más vueltas, hasta quedar satisfechos. Es un lugar mágico del
que cuesta marcharse. Mi amiga propone volver sobre nuestros pasos, cruzar el
foso y fotografiarlo desde un poco más lejos. Es ida idea estupenda que nos
permite captar la magnificencia del lugar desde otro ángulo.
Mientras, el guía hace de las suyas con la cámara que
le presté. Intenta que la mujer nos mire, pero ella no quiere colaborar.
¡Lástima!
Le dije al guía que todos teníamos fotos muy parecidas
de las portadas y de los edificios, de los detalles, las torres y el foso, pero
que esta imagen, al menos en su autoría, le pertenecía solo a él.
Un bonito templo, lo recuerdo muy bien, tiene unos hermosos detalles como bien nos los muestras.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuánto afán y esmero ponían arquitectos y constructores en el trazado y decoración de esos templos; todo les parecía poco para aquellas divinidades a las que se rpetendía honrar -y eso es extrapolable a cualquier templo de cualquier lugar del planeta-.
ResponderEliminarFíjate, siempre que imagino un templo hindú, me viene el aroma de los rizomas de jengibre. No sabría explicar por qué.
Parece mentira que se pueda tallar en piedra con tanto detalle y tan minucioso.
ResponderEliminarUn recorrido precioso Tawaki.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy interesante lo que cuentas.
ResponderEliminarY todo muy atractivo.
Un país con costumbres y tradiciones muy espirituales.
Me admira la cantidad de detalles en ese labrar y esculpir la piedra.
Gracias por compartirnos tu experiencia y las fotos.
Hola Tawaki, cuánto me alegra saber que aún sigues actualizando el blog!
ResponderEliminarUn abrazo grande!
Sandra.
Pese a la gran cantidad de detalles a fotografiar, es cierto lo que dices, la mayoría hacemos las fotos iguales e incluso muchas de ellas desde el mismo ángulo, por lo que es fácil encontrar muchas de ellas en la red, son pocos los que consiguen fotos inéditas.
ResponderEliminarEsquivastes muy bien a la gente. Cuando hay muchos visitantes hacer fotos es una verdadera proeza. Magníficos los detalles de las piedras. Templos con costumbres milenarias. Grann reportaje.
ResponderEliminarBuen miércoles.
Un abrazo.
Un abrazo.
Mari-Pi-R, cada templo tiene su interés particular, pero este es de los más bonitos.
ResponderEliminarUna mirada, eran otros tiempos y las cosas se hacían para que durasen, bien por mandato divino o regio. Era otra mentalidad completamente diferente a la actual. Ello ha permitido que, a pesar del tiempo transcurrido, aún podamos disfrutar de lugares como éste.
Senior Citizen, ponían mucho cuidado, y la tallaban una vez construido el edificio. Es curioso cómo tapaban los errores, con una especie de tipex pétreo.
Conchi, me alegro de que te haya gustado. Siempre es un placer tenerte por aquí.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Contadora de Libros, hay templos en cualquier rincón del mundo, pues la religión nos acompaña desde hace milenios, pero aquí en el sudeste asiático son muy diferentes a los que se estilan por Europa. El hecho de que la selva los invada incrementa la intriga que les rodea. Camboya me llamó mucho la atención.
ResponderEliminarSandra Sánchez, qué bueno volver a verte por aquí después de tanto tiempo. Espero que estés bien y que todo te vaya estupendamente.
Un jubilado, todos queremos un recuerdo (en mi caso varios miles) y al final todas las fotos se parecen. Intento hacer otro tipo de instantáneas, pero al final vamos todos a lo mismo.
Laura M., teníamos un buen guía y los turistas se cansan pronto, pero a veces era inevitable sacar gente en las fotos. Es uno de los templos más famosos y siempre hay multitud de visitantes. Creo que al final conseguimos traernos muy buenos recuerdos.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.