Ha pasado tanto tiempo de nuestro viaje que me resulta muy difícil identificar las fotos, aunque el hecho de que fuera organizado también influye, ya que prestamos menos atención a la hora de prepararlo y solemos dejarnos llevar.
Sí recuerdo, sin embargo, las sensaciones vividas en aquella mañana soleada de noviembre de 2011, cuando estuvimos en Jaisalmer, envueltos en cierto aire de frontera con ramalazos novelescos.
Es, como decía, una ciudad fronteriza, enclavada en un desierto del Thar que habíamos recorrido la tarde anterior en camello y todoterreno junto a muchos otros turistas. Pakistán no queda muy lejos. La ciudad ha sido desde tiempos inmemoriales un lugar de referencia para las caravanas comerciales, pero fueron los mercaderes – que se establecieron fundamentalmente en los siglos XVIII y principios del XIX – quienes construyeron los magníficos edificios que podemos disfrutar en la actualidad.
Estos palacios, denominados havelis, son mitad residencia, mitad tienda. Sus fachadas están plagadas de detalles que no debemos pasar por alto, pero hay que entrar en ellos, sortear las tiendas de recuerdos y admirar el interior, donde abundan las estancias ricamente ornamentadas, las terrazas y los patios. A veces te encuentras con habitantes inesperados; confío en que os gusten los murciélagos.
Desde las azoteas podemos admirar esa ciudad dorada a la que me refería antes, aunque con el sol en lo más alto no tenga el mismo encanto.
Según la Wikipedia, la palabra haveli deriva del término árabe hawali, que significa “partición” o “espacio privado”. Estas mansiones las podemos encontrar también en otros países cercanos, como Pakistán, Nepal o Bangladesh, además de en infinidad de otros lugares en la misma India. Ya os mostré algunos ejemplos en la entradas dedicadas a Mandawa, aquí y aquí.
Poco a poco se fueron convirtiendo en un símbolo de status, y las diversas familias competían entre ellas en cuanto a tamaño, riqueza, decoración, etc. Los de Jaisalmer fueron construidos, por regla general, con bloques de piedra arenisca tallada.
El patio central, pues suele haber varios, es el verdadero corazón de la casa. En él se organizan ceremonias y allí se planta el tulasi, la albahaca sagrada del hinduismo que ha de traer prosperidad a los habitantes de la mansión. Además de una planta, es una diosa de ese panteón inabarcable.
Cuantos contrastes, tan buena arquitectura y tanto caos en las calles, pero esto es lo bueno de la India.
ResponderEliminarUn abrazo.
É um caos nas ruas mas é a Índia, Faz parte da cultura;
ResponderEliminarA arquitetura de tirar o fôlego de tão linda! com aquele
contraste daqueles que tem muito pouco para a subsistência;
Mas o que me impressiona é sempre os sorrisos nos rostos da labuta
do pão de cada dia;
PAZ E BEM.
Viendo tus fotos, ya lo creo que merece la pena visitarlo Javier.
ResponderEliminarCuando visitamos paises con otras culturas lo que más nos llama la atención son sus costumbres, tan distintas a las nuestras. La arquitectura es una maravilla por la cantidad de detalles que tiene, además de murciélagos colgados. Buenas vistas y gran reportaje.
Buena semana.Cuídate.
Un abrazo.
Qué pasada de edificaciones. Cuánta minuciosidad en la ornamentación. No es de extrañar que a cualquier visitante le llame la atención y, como en vuestro caso, se interne en esas construcciones para admirar tantos detalles.
ResponderEliminarQué maravillosas tallas en las fachadas, unas fotos estupendas complicadas de sacar con tanta columna. Estuve buscando la hierba sagrada y veo que tiene muchas propiedades beneficiosas, con razón la adoptaron. El pueblo es sabio. Un abrazo grandote
ResponderEliminarBonitas imágenes, detalles minuciosos que hacen de las edificaciones un derroche de imaginación y deseo de poder desplazarse hasta Jaisalmer en el estado indio del Rajastán, ¿pero eso existe de verdad o te lo has inventado?
ResponderEliminarMari-Pi-R, tú lo has dicho, se trata de un país de contrastes y ese es precisamente su atractivo.
ResponderEliminarA cAsa Madeira, es otra forma de vivir, y las sonrisas están siempre a flor de piel, es impresionante.La India es un país fascinante que mezcla presente y pasado de una forma excepcional. Por eso nos atrae tanto, porque es como sumergirnos en un mundo completamente distinto.
Laura M, lo digo porque está alejado de las rutas más turísticas y porque hace falta reservar dos o tres días para llegar hasta allí. Pero ya ves que merece la pena. Nosotros nos alegramos mucho de ver esta parte de la India, un país fascinante.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Una mirada, quizás impacte más el verlas unas junto a otras, pues lejos de tratarse de edificios aislados, forman manzanas enteras. Como dices, la minuciosidad está a la orden día, hablándonos de tiempos pasados en los que el tiempo se medía de otra forma. El contraste es brutal.
ResponderEliminarRosa María, creo que te lo pasarías en grande recorriendo esas calles, entrando en los patios y aspirando los aromas de las comidas y las especias. Hablamos de un país muy diferente a aquellos en los que vivimos habitualmente.
Un jubilado, creo que lo inventaron quienes lo construyeron. Pertenecen a otra época y que hoy en día sería imposible hacer algo así. Perderse por esas calles, entrar en los edificios y admirar las vistas de la ciudad desde las azoteas es un auténtico placer.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Siempre que veo tus fotos de la India, me acuerdo de una amiga a la que le gustaba viajar, pero que decía que jamás iría a "esos paises donde solo ves pobreza".
ResponderEliminar"Pobreza y suciedad", añadía algunas veces...
ResponderEliminar·.
ResponderEliminarFabulosa colección de havelis, cada cual a más bello. Al hacer las fotografías en contrapicado haces que 'crezcan' en imponencia.
En fin, sí que queda lejos pero me parecen una maravilla.
Un abrazo Tawaki
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LaMiradaAusente · & · CristalRasgado
Cuánta historia encerrada en esos muros, arquitectura, costumbres, significados.
ResponderEliminarLo bueno de viajar es, como has dicho, las sensaciones que uno vive en ello. Vale que el lugar merezca la pena, que sea un sueño hecho realidad y mil cosas más, pero eso sería un vacío grande sin las sensaciones que nos deja. Gracias por compartir.
Senior Citizen, pues es una lástima, porque se pierde muchas cosas. Claro que hay pobreza, pero no "solo" sino que también encuentras buenas gentes, monumentos, gastronomía, etc. Y la mejor forma de ayudarles es ir allí, quedarse en sus hoteles, contratar guías o comer en restaurantes.
ResponderEliminarAlfonso, a veces el contrapicado está impuesto por la estrechez de las calles y la altura de los edificios, pero sí, tienes toda la razón con el efecto causado. Imagina cuál sería la impresión de verlos cuando se construyeron. Debió ser fascinante.
Contadora de Libros, lo digo siempre, habitamos un mundo de lo más diverso, y merece mucho la pena intentar conocerlo, bien porque podamos viajar, bien porque libros y documentales nos traigan estas culturas al salón de nuestras casas.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Vuelvo a recorrerlo y a admirar las construcciones. La foto 20 es espectacular. Abrazo y ánimo
ResponderEliminarRosa María, no me extraña, es que el nivel de labrado de la piedra es irreal hasta el punto de que parece otro material. La cantidad de horas que debieron echar y la pericia que tenían... Un abrazo.
ResponderEliminar¡Que belleza de edificios Tawaki! Como me gustaría poder visitarlos. Gracias por el recorrido.
ResponderEliminarAbrazos.
Conchi, ojalá puedas acercarte un día. Esta parte de la India es preciosa.
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