Continuamos con los templos de la cultura champa en My Son, patrimonio de la Humanidad desde 1999, donde lo dejamos hace unos días.
Los santuarios más antiguos fueron construidos antes
del siglo VII, pero al estar hechos de madera no han sobrevivido. Los que vemos
hoy son de ladrillo, erigidos entre los siglos VII – X, en varios estilos
arquitectónicos y dedicados a diferentes dioses entre los que encontramos a
Shiva y a Visnú, por ejemplo. En otras zonas se siguieron construyendo hasta el
siglo XVII.
El francés Henri Parmentier descubrió en 1899 un total
de 71 templos, que fueron clasificados en catorce grupos denominados con las
primeras letras del abecedario. Pasear de uno a otro es viajar en el tiempo,
aunque nuestros ojos modernos, inexpertos y occidentales no perciban las diferencias.
Con una economía basada en maderas preciosas, marfil, cuernos de rinocerontes, nidos de pájaros y animales exóticos, los champa no
aprendieron la técnica china de la cerámica vidriada hasta el siglo XI, pero su
situación geográfica favoreció la influencia de otros lugares, enriqueciendo
las construcciones con diversos estilos importados.
El problema es que la zona nunca estuvo libre de
conflictos armados. Guerras e invasiones se cobraron su precio, ocurriendo el
mayor desastre en agosto de 1969, cuando aviones B52 estadounidenses
bombardearon My Son, que estaba siendo utilizado como refugio por los
comunistas. Aún hoy podemos ver los cráteres dejados por las bombas.
Después de la guerra, en 1978, se procedió a limpiar
la zona de minas y se continuó con unas reconstrucciones, que habían iniciado
los franceses en 1931. Se descubrió entonces lo avanzado de la tecnología
utilizada por los antiguos pobladores: los ladrillos, cocidos a unos 850 grados
y apilados sin ningún tipo de argamasa estaban tan bien colocados que no
dejaban resquicio a la humedad, soportando impertérritos el paso del tiempo.
Todavía hoy se discute cómo lo hicieron.
Abandonado el lugar en el siglo XV, sería
redescubierto en 1885 por los franceses. Lamentablemente, no tuvimos tiempo de
acercarnos a la ciudad de Da Nang, donde un museo conserva muchas de las esculturas
originales, aunque esperamos ver algunas que se encuentran actualmente en París.
Me pregunto si algún día podré volver por allí, para
visitar no solo el museo, sino otras ruinas parecidas. El tiempo lo dirá.
Parece mentira que esos templos sean de ladrillo, pues lo primero que se piensa al verlos sin ampliar es que son de piedra.
ResponderEliminarBueno, espero que este nuevo blog pero, apoyado de otro con solera, siga exponiendo tu espíritu aventurero para dejar atrás el maldito problema que suponen los virus en las redes.
ResponderEliminarEl ensamblaje de los ladrillos tan bien conseguido, me deja en fuera de juego. Tenía que ser una gran técnica de precisión constructora.
Unos fenómenos.
Saludos.
Es una pena que construcciones que merece la pena conservar, por unas causas u otras, se vayan degradando poco a poco.
ResponderEliminarQue precioso reportaje nos traes. Buen fin de semana
ResponderEliminarSenior Citizen, cuando ves cómo están puestos los ladrillos es aún más increíble. Cierto es que están reconstruidos, al menos en parte, pero solo imaginar cómo tuvieron que ser en su época de esplendor ya impresiona.
ResponderEliminarJavier G., es un shock dejar atrás un blog al que he dedicado tanto tiempo, pero sigue abierto a quien lo quiera visitar y seguiremos viajando en este tal y como hacíamos en el otro. My Son es un lugar mágico, con todos esos edificios en mitad de una selva tan verde.
Un jubilado, cada vez se descubren nuevos yacimientos, nuevos templos, nuevas tumbas, y mantenerlas todas no es fácil ni barato. Eso sí, promocionar el turismo y la entrada de divisas siempre ayuda a conseguir más fondos al tiempo que los turistas disfrutamos con cada descubrimiento.
Trini Altea, bienvenida, me alegro de que te haya gustado y confío en seguir viéndote por aquí. Será un placer compartir contigo los sitios que voy conociendo.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
En este post respondes en parte a mi curiosidad por saber cómo perduran en el tiempo estas construcciones. Qué inteligencia que había al hacerlas, seguramente sin ser arquitectos la observación suplía el título. Son maravillosas y asombra que estén casi intactas. también me asombra que los franceses intervengan en su conservación. Gracias por los datos. Me encantó. Abrazo cariñoso
ResponderEliminarRosa María, después de probar muchas técnicas durante siglos, podemos decir que desde luego sabían lo que hacían. Francia, debido a su pasado en la zona sigue manteniendo mucho interés. Un abrazo.
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