sábado, 16 de marzo de 2024

Australia XVI – Princeton Wetlands Boardwalk y Gibson Steps

Queríamos aprovechar al máximo este tramo de la Great Ocean Road australiana, sacando partido a todos los puntos de interés, pero nos costó un poco encontrar por dónde empezar. Según la guía, las Princetown Wetlands Boardwalk merecían la pena, así como un mirador, pero lo cierto es que ambos nos supieron a poco. Es bonito, pero no como para tirar cohetes.







Otra cosa es acercarse a los Gibson Steps, uno de esos aperitivos que tienen casi la enjundia de un plato principal.







El aparcamiento es muy pequeño, y suele estar lleno, por lo que se recomienda aparcar junto a los Doce Apóstoles y recorrer el camino andando, pero como todos los tontos tenemos suerte, encontramos dónde dejar el coche. Entonces, casi desde el borde mismo de la carretera se abre el horizonte, al tiempo que un agua de color turquesa, digna de un folleto turístico, aparece ante nosotros.



Abajo, una playa de buenas dimensiones y con poca gente, nos espera. Accedemos por unas empinadas escaleras, teniendo cuidado de no resbalar con el agua que rezuma de la piedra.





Por una vez, le hemos ganado la partida a los grupos turísticos, aunque sospecho que ellos van a los Doce Apóstoles, desdeñando este paisaje que sin embargo está apenas a unos kilómetros. Mejor para nosotros, que podemos disfrutarlo.





Caminamos por la arena, comprobamos la temperatura del agua, aunque no nos bañamos. Aquí las corrientes nos son desconocidas y más vale ser prudentes.



Nos acercamos hasta unas rocas y un nuevo paisaje aparece, un aperitivo, como digo, de lo que nos espera dentro de un rato.





No me puedo creer la suerte que hemos tenido con el día. El sol ilumina las rocas, justo como a mí me gusta. Lo dicho: todos los tontos somos afortunados.

viernes, 1 de marzo de 2024

Chile XXIII – Isla de Pascua - Puna Pau

Volvemos a la fantástica Isla de Pascua, a un pequeño cráter situado en las afueras de Hanga Roa, en el sudeste de la isla.





Durante los siglos XIV al XVII, Puna Pau sirvió como cantera de una piedra muy especial para los rapanui. Se podía encontrar en otros lugares de la isla, pero era aquí donde más abundaba.






Se trata de una escoria roja que era utilizada para fabricar los pukao, esa especie de moño o sombrero (no está clara su función) con la que cubrían las cabezas de algunos moai. La piedra es porosa y blanda. Su color rojo se debe al óxido de hierro presente en su composición.





La misma piedra fue utilizada también en algunos ahus y en uno de los moai de Vinapu. Contrariamente a lo que dice la Wikipedia en español en el momento de escribir esto, el famoso moai arrodillado (moai Tukuturi) fue esculpido en otro tipo de roca, toba del volcán Rano Raraku.



Entre 2009 y 2013 se llevaron a cabo excavaciones arqueológicas en este lugar, que forma parte de cualquier excursión que se precie por la Isla de Pascua.





Cuando fuimos nosotros había varios carteles explicativos. Hay que seguir un sendero establecido con el propósito de preservar el cráter.







Parte de la información la he sacado de esta página, esta otra, y de la Wikipedia en inglés.

miércoles, 14 de febrero de 2024

Kenia 2.0 II – Rinocerontes blancos del Norte

Ya sabéis que soy un friki de los animales, así que a pocos puede extrañar que incluyese en mi último viaje a Kenia una visita a Ol Pejeta con la intención de ver a los dos últimos ejemplares de rinocerontes blancos de norte (Ceratotherium simum cottoni) que quedan en el mundo. Se trata de Najin, nacida en 1989 y de su hija Fatu, que vino al mundo en 2000.



Esta subespecie vivía en países asolados por las guerras como Uganda, Chad, Sudán del sur, República Centroafricana o República Democrática del Congo. Por si fuera poco, el auge del furtivismo durante el último cuarto del siglo XX, terminó con las esperanzas de recuperarlos, hasta el punto de que apenas un puñado de ejemplares sobrevivieron en algunos zoológicos. Desde 2011 se les considera extintos en libertad.





En el año 2000 quedaban seis ejemplares en el Zoológico de Dvůr Králové en la República Checa. Cuatro de ellos, dos machos y dos hembras, fueron trasladados a finales de 2009 a Ol Pejeta con la esperanza de que su entorno natural les animara a procrear. Por desgracia, todos los intentos fueron fallidos, y algunos años después, en 2015, se confirmó que ninguna de las dos hembras podría ser madre.





Por si fuera poco, Suni, uno de los machos, había fallecido en 2014 debido a un ataque al corazón cuando contaba con 34 años. El otro macho, Sudán, tuvo que ser sacrificado en 2018, a los 45 años, a causa de los dolores causados por una infección en una de sus patas,





La historia es larga, por lo que he decidido hacer una entrada doble. Aquí me centro en nuestra visita, mientras que en El corazón del escorpión os cuento otras cosas, como qué se está haciendo para recuperar la subespecie. En esta ocasión, he usado alguna foto de mis amigas entre las mías.



Amaneció un día parcialmente soleado tras las lluvias de la tarde anterior. Estamos en septiembre y es temporada seca, pero los efectos de El Niño lo han trastocado todo y llueve más de lo que nos gustaría. Habíamos pernoctado en Mutara, por lo que solo teníamos que atravesar la pista de tierra para adentrarnos en la reserva privada de Ol Pejeta.



Al principio me asustaron, porque estos rinocerontes están en un recinto especial fuertemente protegido y vigilado, con un número de entradas diarias limitado. Me temía lo peor, que después de haber viajado hasta aquí no pudiésemos verlos, pero solo tuvimos que esperar a que otros turistas terminaran su visita para acceder nosotros.



Estuvimos solos, sin límites de tiempo y hasta pudimos tocarlos ya que están habituados a la presencia de sus cuidadores. Eso sí, sin bajarnos del vehículo, por lo que algunas fotos las hicieron ellos desde el suelo.



Hay que pagar una entrada adicional de 70 dólares, pero a mí me mereció mucho la pena. Siempre digo que dentro de unos años se me habrá olvidado cuánto costó, pero el recuerdo pervive ya para siempre.



Habíamos visto muchos rinocerontes blancos durante el viaje, y distinguir una subespecie de otra no es fácil.  Milton nos dio algunas pistas: tienen las patas más cortas, más pelo en las orejas, una cola más larga y su piel forma más arrugas.





En realidad hay un tercer rinoceronte blanco en el recinto, una amiga para Fatu con el objetivo de que se adapten mejor a la vida africana después de que madre e hija hayan nacido en cautiverio. Tuvieron que serrarles parcialmente los cuernos porque por lo visto se zurraban entre ellas.



Poder verlas tan de cerca fue un auténtico privilegio, una experiencia que no me importaría repetir. Habrá quien diga que solo son dos rinocerontes más, pero a mí me emociona saber que son las últimas de su clase que quedan en el mundo.