Pocos animales tienen tan mala prensa como las hienas. Reconozco que pueden ser feas, pero el hecho de que algunas películas de animación las hayan presentado como villanas, tampoco ayuda. En muchos documentales son descritas como ladronas, oportunistas y carroñeras, olvidando que son animales que intentan sobrevivir sin estar sujetos a la ética de las personas. En realidad, son criaturas inteligentes y complejas.
Como cualquier otro animal, las hienas tienen su nicho ecológico y usan sus armas para sobrevivir, cumpliendo además una función vital dentro del ecosistema, ya sea en África o en Asia, los dos únicos continentes en los que habitan hoy día. No son tan fuertes como los leones, ni tan rápidas como los guepardos, pero son muy insistentes, y el trabajo en equipo les ayuda a cazar presas más grandes que ellas mismas. Su fuerza reside en su resistencia.
Se trata de una familia pequeña, en la que tan solo quedan cuatro especies, una insectívora, denominada lobo de tierra y otras tres carnívoras, la manchada, la parda y la rayada. Surgieron por vez primera en Eurasia, en el mioceno, hace unos 22 millones de años.
Todas las fotos de esta entrada corresponden a hienas manchadas o moteadas (Crocuta crocuta) del continente africano, la única especie con la que me he cruzado en estado salvaje, de modo que me centro en ellas.
La hiena manchada o moteada habita al sur del Sáhara, en Madagascar, Sudáfrica y Namibia, aunque está ausente en la cuenca del río Congo, pues prefiere las sabanas y los terrenos abiertos.
Miden entre 1 y 1,5 metros de largo, sin contar una cola que suma otros 20-35 cm. Su altura hasta el hombro está entre los 68 y los 92 cm, y pesan entre 45 y 90 kg. En esta especie, las hembras son las dominantes, y superan en tamaño a los machos.
Sus miembros anteriores son más largos que los posteriores, y tienen cuatro dedos en cada pata. Sus uñas no son retráctiles y no pueden trepar a los árboles. El pelaje es corto.
Su corazón es muy grande, lo que les otorga una gran resistencia, por lo que pueden trotar durante distancias tan largas que terminan agotando a sus presas más jóvenes y débiles. Suelen pues, cazar en grupo y por agotamiento, aunque tampoco hacen ascos a las presas de otras especies como guepardos, leones o leopardos. La vida salvaje es tan dura que nadie desprecia una buena oportunidad cuando ésta se presenta. Pueden correr a 50 km/h durante 3km.
Aunque sus hábitos son principalmente nocturnos, es habitual encontrarlas a cualquier hora del día, especialmente cuando la temperatura es más fresca. Los charcos y el barro les ayudan a regular la temperatura y a librarse de insectos y parásitos.
Tienen unas mandíbulas fortísimas con las que además de la carne, trituran huesos y tendones, llegando a comer incluso las cornamentas. De hecho, sus deposiciones son fáciles de identificar por su color blanquecino.
Aunque se produce un pico de nacimientos en la época de las lluvias, tienen descendencia en cualquier época del año. Desde el principio, su vida no será fácil, ya que hasta una cuarta parte perecerán a manos de sus hermanos y otros depredadores en el primer mes. Se refugian en agujeros naturales y viven en grupos liderados por una hembra en una sociedad matriarcal. Algunos clanes acogen hasta 80 individuos. La complejidad de sus relaciones motiva que usen aullidos, gruñidos y risas para comunicarse, ya que la posición en el escalafón es vital para su supervivencia.
Son amamantadas durante 18 meses y no empiezan a cazar hasta los cuatro años. Cada individuo tiene sus propias manchas distintivas y pueden recordar las interacciones sociales, creando alianzas.
He sacado buena parte de la información de la Wikipedia, donde podéis aprender más sobre ellas. Confío en que esta entrada os ayude a conocerlas mejor y sirva para mejorar su injusta mala imagen, porque como sucede con muchos otros animales salvajes, su hábitat está amenazado por una población humana en constante crecimiento y expansión. Si no las protegemos, terminarán por desaparecer.
















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