Estos
dos lugares estuvieron entre lo primero que vimos en la Isla de Pascua. De
hecho, al final fuimos un par de veces. La Cueva Ana KaiTangata es un lugar
ceremonial en el que encontramos algunas pinturas rupestres, pero su principal
función era la de servir como embarcadero en una costa por lo general salvaje e
inaccesible.
Se
accede a ella bajando unas escaleras de madera. El paisaje es bonito, pero hace
falta bastante imaginación para disfrutar de las pinturas, así como para
hacerse una idea de la importancia del lugar. Es más una parada agradable
camino de Orongo, que otra cosa.
Esa
primera tarde, el cielo estaba muy nublado, pero al menos no llovía, mientras
que en la segunda visita, disfrutamos de un sol espléndido.
Orongo
es un lugar muy importante para los isleños, pero su historia es conocida solo
parcialmente, algo muy común en esta cultura que ha sobrevivido a duras penas
en un lugar tan remoto y aislado. Nos encontramos en el extremos sur, en Rano Kau, uno de los tres volcanes principales de la isla. Su
origen se remonta a hace unos dos millones y medio de años y ahora está ya
extinto.
En su
interior vemos una caldera de un kilómetro y medio de ancho que contiene una
laguna con plantas de totora. Sus laderas están cubiertas de una vegetación de
un verde intenso.
En el
mar, observamos tres islotes, que serán los protagonistas de nuestra historia.
En ellos anidan los manutara, o lo que es lo mismo, el charrán sombrío, un ave
migratoria que visitaba el lugar una vez al año.
En el
siglo XVI o XVII se produjeron algunos cambios sociales, y los reyes fueron
cediendo influencia y poder político a los matato’a, unos líderes guerreros,
mientras se imponía el culto a Make-Make, el dios creador, relacionado con la
fertilidad. El mito de Make-Make lo encontráis en la Wikipedia, pero la parte que nos
interesa a nosotros es la que se refiere a la Tangata manu, o ceremonia del
hombre-pájaro, una competición que se estuvo realizando hasta bien entrado el siglo XIX (1867).
No
están claros los motivos por los que se originó esta ceremonia, aunque algunos
aluden a una posible sobreexplotación de los recursos de la isla por parte de
una población demasiado numerosa. El caso es que una vez al año, cada tribu
elegía un representante que, en caso de ganar, les otorgaría el poder político
y militar, así como el derecho a explotar en exclusiva los recursos
proporcionados por las aves.
Los
contendientes se reunían junto con los jefes de los diferentes clanes en Orongo, un poblado situado en la cima del volcán que solo
era habitado unas semanas al año. Está formado por unas cincuenta casas de
piedra, con forma de barco invertido y unas puertas excesivamente bajas, cuya
función era proteger a los que se refugiaban en el interior de posibles
ataques, al obligar al que entraba a agacharse.
De
aquí procede el famoso moai, el único hecho en basalto, que se puede ver en el
Museo Británico, en Londres.
Orongo
también es rico como zona arqueológica, y basta darse un paseo para descubrir
varios petroglifos, cuyo significado se desconoce.
La
ceremonia consistía en bajar por la abrupta pendiente del volcán, de unos 300
metros, a través de una grieta hasta alcanzar el mar. Había que nadar entonces
hasta los islotes, ayudándose de un flotador hecho de totora, la planta que
encontramos en el interior del volcán. Una vez allí había que tomar un huevo de
manutara y nadar de vuelta el kilómetro y medio que hay de distancia hasta la
orilla, sin que éste se rompiera. El primero en regresar se convertía en
ganador, era tratado como un dios y tenía que vivir aislado en una cabaña
sagrada hasta el año siguiente. Su tribu se convertía a su vez en los
gobernantes de la isla.
Ni que
decir tiene que muchos contendientes morían en el intento, bien por caídas
producidas al bajar por la pendiente, bien ahogados o devorados por los
tiburones. Esta práctica fue suprimida por los misioneros cristianos,
celebrándose por última vez en 1967. Cuando me lea el libro de Katherine Routledge
quizás pueda contaros más cosas, pero de momento es mucho lo que se desconoce
de este ritual.
Hola Javier, ahora mismo cambio el enlace de tu blog. A mí nunca me ha dado aviso de virus y la verdad es que eso me preocupa.
ResponderEliminarRespecto a lo que has descrito, muy interesante, como siempre.
Saludos,
que belleza de lugar para una visita. Aunque muy solitario, no me gustaría estar ahí cuando anochece ja... saludos
ResponderEliminarYo creo que esta prueba era a modo de selección de la especie, pues el que llegaba de vuelta era el más resistente o más hábil. O sea, que se garantizaban un líder que podía defenderlos de los enemigos.
ResponderEliminarPaquí vengo Javier. Nunca tuve problema para entrar en el otro.
ResponderEliminarMe gusta el lugar. Tremenda ceremonia, no es extraño que murieran, era una dura prueba.
Buscaré el libro de Katherine Routledgeen la biblioteca, me gustan estas historias.
Un abrazo.
Una entrada preciosa y muy bien explicada.
ResponderEliminarMe ha emocionado, fíjate.
Todo lo relacionado con la Isla de Pascua y sus misterios, me atrae de manera muy especial.
Es mucho lo que podemos saber hoy en día de esa tierra y sus primeros pobladores, y sin embargo de aquella época lejana aún nos quedan tanto por descubrir.
He leído varios libros sobre la Isla de Pascua, he visto varios documentales muy buenos, pero con ninguno libro aprendí y disfruté tanto como con la novela "El llanto de la isla de Pascua" de José Vicente Alfaro.
Te atrapa la historia porque está muy bien contada y porque es novelada.
Hay misterios, hay peligros, un asesinato, hay lo que se cree un hallazgo antropológico excepcional, hay muchas cosas de lo que yo supongo es la parte más genuina y auténtica del lugar. Pero sobre todo nos enseña y nos da mucha información sobre los Moais y sobre muchas más cosas.
Incluso también nos habla de este ritual que tú has traído hasta aquí.
Es sorprendente cómo nadaban hasta los islotes, y en qué condiciones, y que aún sabiendo que podían morir en el camino para ellos era un honor participar y esperaban ansiosos que pasara el año y volver.
A mi lo que me sorprende es que bajaran corriendo esa gran pendiente y llegaran vivos al agua jeje...(broma).
Tú cuando quieras, puedes seguir contándonos cosas de tu viaje por la isla de Pascua ¿eh? Y cosas que hayas descubierto después por libros, o documentales. No seré yo quien te diga que cambies de tercio ;-)
Gracias.
Un beso.
Lola, más que virus eran páginas emergentes de esas que molestan, pero por lo visto no salían a todo el mundo. La Isla de Pascua es un lugar muy especial.
ResponderEliminarJLO, los moai impresionan de día, así que no quiero ni pensar descubrir su silueta a la luz de la Luna.
Senior Citizen, parece que este culto surgió en un momento en el que los recursos escaseaban en la isla. Era una forma pacífica de determinar quién mandaba por año, pero lo cierto es que es más lo que se desconoce que lo que hemos averiguado sobre esta cultura tan extraña.
Laura M., pues me alegro de que a ti no te saltaran las dichosas páginas. Por lo visto era bastante aleatorio. El libro lo tienes en Amazon (versión Kindle) por un euro, pero en inglés.
Nélida G.A., no se nota nada que te fascina el tema, ja,ja. Yo he leído más libros "técnicos" que novelados pero qué duda cabe de que es una cultura muy atrayente. Tan distinta, tan lejana, tan desconocida. Como sabes, los isleños estuvieron al borde de la extinción, y, por desgracia, casi todo su saber se perdió en los tiempos de la esclavitud. No sé cuánto seremos capaces de reconstruir. Yo por mi parte, seguiré dándoos la lata con la isla mientras me queden fotos que mostrar y cosas que contar, descuida.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Nunca he tenido problema con el tuyo, pero lo tengo presente y hago el cambio.
ResponderEliminarSaludos.
Qué interesante! Impresionantes fotos, debe ser apasionante estar en esos lugares tan agrestes y duros. Fue loco, porque mi comentario que era el primero cosa que me asombró, no salió Gracias por el paseo Besos
ResponderEliminarSeguro que fue por el inconveniente que mencionas. Buena inauguración de blog. Cariños
ResponderEliminar·.
ResponderEliminarEs una lástima lo que ha pasado con el otro blog.
Se agradece tu buenhacer pro nuestra seguridad. Aquí seguiremos, visitándote.
Desde niño me han fascinado esos moais. Creo haberlo visto por primera vez en el Selecciones del Reader Digest de mi padre.
Y como siempre, buenas fotos y estupendas explicaciones.
Un abrazo
.·
LMA · & · CR
Cuánta imaginación y creatividad había en la cotidianidad de esas tribus de antaño reflejadas en esos restos. Y, como siempre, el Museo Británico "valedor" de la historia y arte ajenos...
ResponderEliminar(Mal asunto tener que dejar el anterior blog, valiosísima y muy personal bitácora de tus siempre sorprendentes e interesantes recorridos).
Mari-Pi-R, por lo visto no son virus, sino pantallas emergentes, pero son latosas. Me alegro de que a ti no te haya dado problemas, por lo visto unos las sufren y otros no.
ResponderEliminarRosa María, es que con el cambio de blog he repetido la entrada. Tu comentario está en el antiguo, no se ha perdido. Vuestros vecinos tienen también lugares muy interesantes, e Isla de Pascua es uno de ellos.
Alfonso, espero que se solucione el problema que tenían algunos. Al parecer eran pantallas emergentes y no virus, pero más vale prevenir. Como dices, me da pena cortar el blog en dos, pero el antiguo queda abierto para quien desee visitarlo. Isla de Pascua es un lugar mágico y los moai son fascinantes. Cuanto más investigo sobre ellos más me divierto.
Una mirada, es una pena lo del blog, pero seguirá abierto para quien quiera visitarlo. Creo que es más importante que mis lectores puedan entrar cómodamente sin esas pantallas emergentes. En cuanto a lo de los museos, me parece que no es tan fácil. Uno está tentado a pensar que mejor se devuelven las piezas, pero ¿a quién? ¿Cuántas de ellas se conservan precisamente porque se "robaron" en su momento? ¿Les devolvemos entonces los Budas a quienes los hacen explotar? ... Quiero pensar que muchos de los que han ido a Isla de Pascua lo hicieron intrigados por ese moai que vieron en Londres. Es como una especie de embajador. Y sin embargo, a veces pienso que habría que devolverlo...
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Menudo premio para el ganador, vivir aislado en una cabaña sagrada hasta el año siguiente.
ResponderEliminarEso más bien parece un castigo por ganar.
Un jubilado, eso me parecía a mí también, aunque supongo que sería todo un honor para ellos. Quizás, al vivir en una época de escasez como parece que fue aquella, el estar en una cueva donde te cuidaran como a un dios no fuera mala cosa tampoco. Pero coincido contigo en que muy apetecible no parece. Un abrazo.
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