Ya sabéis que me encantan los mapas, y, aunque no sirva para nada, a veces me da por mirar cuán lejos he ido en cada uno de los cuatro puntos cardinales principales, tomando como referencia España. De esta forma, lo más al sur que había llegado antes de viajar a Chile era un punto indeterminado de la Ruta 40 entre El Calafate y un lugar con el bonito nombre de Esperanza. El ripio sobre el que conducía estaba húmedo por la lluvia, y el sol se acercaba al ocaso con la misma velocidad que bajaba el indicador de gasolina. Decidí, pues, dar la vuelta.
Este ¨récord¨ fue batido en noviembre de 2013 cuando llegamos a Punta Arenas, ciudad en la que apenas pasamos unos minutos mientras esperábamos un autobús más moderno que el de la foto que nos llevara a Puerto Natales, atravesando páramos aparentemente desiertos.
El paisaje, desolado; las ciudades, como queriendo minimizar su exposición al viento; todo parece indicar que estamos en una de las esquinas del mundo. Puerto Natales está situada en el extremo austral chileno, en la región de Magallanes y de la Antártica Chilena a unos 350 km al norte de Punta Arenas.
Está considerada como la puerta de entrada al magnífico Parque Nacional Torres del Paine, pero nuestra intención era otra. Por supuesto que iríamos al parque, pero antes nos embarcaríamos en un crucero por el Campo de Hielo Sur, una inmensa extensión de hielos continentales sobre la que ya he hecho varias entradas.
Así pues, solo estuvimos una tarde en Puerto Natales, un lugar expuesto a los vientos huracanados como he visto pocos y en el que todas las calles terminan llevando al mar.
Las aguas del Canal Señoret estaban agitadas y el aire no podía ser más puro. Los edificios son de escasa altura, las calles están trazadas con escuadra y cartabón y las fachadas ponen un toque de color. Ahora es verano, pero el invierno tiene que ser aquí bastante duro. No me extraña que decoren buzones y jardines.
Dimos un paseo muy agradable y antes de cenar probamos algunas cervezas locales. Aunque hace un siglo el principal motor económico era la ganadería, la actividad principal ha sido siempre la pesca, ya que la temperatura del agua favorece que los mariscos sean estupendos.
En la actualidad, naturaleza y aventura atraen a infinidad de turistas más intrépidos que nosotros. Nos faltó visitar la cueva del Milodón, un enorme perezoso de más de tres metros, ya extinto, pero como os digo, teníamos que embarcarnos.
Otro día os hablo del barco y de lo bien que lo pasamos.