Era la primera tarde y habíamos salido después de una pequeña siesta interrumpida por unos ruidosos babuinos. El calor era casi insoportable y el paisaje aparecía bastante seco por la escasez de lluvias. Lo primero que encontramos fue un grupo de impalas, un macho con su harén.
Pero íbamos buscando otros animales que no tardaríamos en
descubrir. Esta manada de órix nos muestra lo bien que – al igual que sucede con los impalas – se camuflan a pesar de tenerlos relativamente cerca.
Se trata del órix beisa (Oryx beisa), una de las cuatro especies que hay de estos antílopes. En Botsuana (ver siguientes fotos) habíamos visto al órix del Cabo (Oryx gazella), aunque solo una vez y desde bastante lejos.
Los primeros los encontramos en Kenia y en el cuerno de África, mientras que los segundos están en el sur del continente. Lo que ya me supera es diferenciar las dos especies de beisa que existen, aunque en función del color y de la disposición de los cuernos, me inclino por el beisa beisa.
A pesar del calor, ellos están en su ambiente natural y la falta de agua no les afecta tanto como a otros antílopes. No obstante, el arcoíris y las nubes negras que van cubriendo el horizonte nos indican que pronto caerán algunas gotas.
En la lejanía descubrimos un avestruz somalí (Struthio molybdophanes), el único ejemplar que vería en todo el viaje. Estaba lejos, y además de usar mi 500mm he tenido que recortar mucho la imagen. Y es que también hay varios tipos de avestruz. Uno no termina nunca de aprender.
Considerada una subespecie del avestruz común hasta hace poco, ha sido elevada a la categoría de especie debido a unas diferencias
genéticas aparecidas hace unos 4 millones de años, cuando la Gran Falla del
Rift creó el Valle, separando unos animales de otros.
Así pues, su distribución geográfica comprende Etiopía, Somalia y Djibouti además de Kenia. Estuvimos buscando más ejemplares los dos días siguientes, pero sin éxito. También se diferencia del avestruz masai en el comportamiento, ya que prefiere las áreas con arbustos en vez de las sabanas abiertas. Su cuello y patas son azulados en vez de rosados.
Las guerras de la región; la recolección de sus huevos y la caza descontrolada en busca de su apreciada carne, unidos a la falta de medios para su conservación ha motivado que el número de ejemplares haya disminuido de forma drástica. En la actualidad, su estado es vulnerable. Vi bastantes más en mi segundo viaje a Kenia, pero eso quedará para una futura entrada.