Dentro del museo The Cloisters, en Nueva York, podemos disfrutar de esta serie de siete tapices realizados entre 1495 y 1505.Muestran a un grupo de nobles y cazadores persiguiendo a un unicornio que tras ser capturado es llevado a la corte de su señor y su dama.Se cree que los tapices se confeccionaron en los Países Bajos, aunque también es posible que al menos se diseñaran en París.
Fueron tejidos con lana, hilo metálico y seda. Los colores vibrantes, aún evidentes hoy en día, se produjeron con plantas tintoreras: gualda (amarillo), rubia (rojo), y glasto (azul).
Documentados por vez primera en París en el año 1680 en la casa de la familia Rochefoucauld, los tapices fueron saqueados durante la Revolución francesa, cuando fueron confiscados como bienes nacionales y utilizados para recubrir patatas, un período en el que aparentemente sufrieron daño. Algunos ya sabemos las desgracias que traen estas revoluciones, y parece que los tapices no escaparon a la estulticia de quienes se hicieron con el poder.
En los años 1850, redescubiertos en un granero, se colgaron en el Château de Verteuil. Desde entonces han sido objeto de un intenso debate académico sobre el significado de su iconografía, la identidad de los artistas que los diseñaron, y la secuencia en la que se pretendía ser colgados. Las variaciones en tamaño, estilo y composición sugieren que proceden de más de un conjunto, unidos por el tema, procedencia y el misterioso monograma AE que aparece en cada uno de ellos. Uno de los paneles, «La captura mística del unicornio», sobrevive en solo dos fragmentos.
Parece probable que fueran un encargo de la reina de Francia Ana de Bretaña para conmemorar su tercer matrimonio, en 1499, con Luis XII, rey de Francia, pero también pudieron haberse tejido para François, el hijo de Jean II de La Rochefoucauld y Marguerite de Barbezieux.
En 1922 el magnate del petróleo estadounidense John D. Rockefeller Jr. los compró en Francia por alrededor de un millón de dólares. Seis de los tapices colgaban en su casa hasta que se construyeron The Cloisters y en 1938 los donó al Museo Metropolitano de Arte, asegurando al mismo tiempo para la colección los dos fragmentos que había conservado la familia La Rochefauld. Sin embargo, no sería hasta 1998 que fueron limpiados y restaurados.
Las dos principales interpretaciones giran en torno al simbolismo pagano y cristiano. La interpretación pagana se centra en la tradición popular medieval de amantes burlados, mientras que los escritores cristianos interpretan el unicornio y su muerte como la Pasión de Cristo.Los mitos originales alrededor de La caza del unicornio se refieren a una bestia con un cuerno que solo puede ser domado por una virgen; posteriormente, los eruditos cristianos tradujeron esto a una alegoría para la relación de Cristo con la Virgen María.
Sea cual sea su origen y su propósito, os recomiendo que os deis una vuelta por el museo para echarles un vistazo. Algunos agradecemos que dejaran de cubrir patatas.